En la clase de mi hijo de 3 años tienen un pingüino de un tamaño considerable que se llama Marcelino. Cada fin de semana uno de los alumnos es el encargado de llevarse a Marcelino a casa y las madres y padres fotografiamos nuestras actividades junto al pingüino. El domingo, es momento de imprimir las fotografías, y hacer un par de hojas a modo de diario, para que el lunes Marcelino vuelva a clase a explicar cómo vive cada familia.
Esta semana hemos tenido la suerte de tener a Marcelino en casa. Llegó sin preaviso el viernes y entre todos estuvimos montando una cama nueva para Nael. Por la noche fuimos con los abuelos a cenar una pizza, y allí estaba Marcelino comiendo su trozo de cena, su copa de agua y siendo tema principal de conversación. El sábado estuvimos en casa terminando la habitación, poniendo orden, jugando y paseando. Sin más pretensiones que disfrutar del día y con un pingüino omnipresente en todo momento. Y domingo en Barcelona, en casa de varios abuelos y con los primos. Y por supuesto, Marcelino. Al anochecer preparamos el álbum, escogimos las fotografías, las imprimimos, las pegamos y las decoramos. Y hoy Marcelino ha vuelto a la clase para poder seguir disfrutando de otras familias.
Esta mañana recordaba nostálgico cómo un simple muñeco había dado un sentido especial al fin de semana, hizo de la cotidianidad algo excepcional y nos unió a todos. Y cuando he abierto el correo en el trabajo, he visto un enlace a una conferencia sobre el Optimismo e ilusión por la vida, de Emilio Duró. Un discurso muy enérgico, racional y científico, directo e impactante que en cierta manera profundiza en el quid de la cuestión.
En estos momentos de crisis repetimos que vivimos momentos difíciles. Pero son momentos que a la vez son increíblemente únicos y hermosos, irrepetibles y especiales. La casa, el empleo y el dinero no son nada en nuestro ser. Solo lo serán si les damos un peso que no tienen, en nuestras manos está la posibilidad de cambiar nuestra manera de ver. La realidad es subjetiva a nuestra percepción, Marcelino debe estar presente mediante proyectos, ideas, ilusiones y sueños. Y casualmente lo explica Emilio Duró en el vídeo de una forma ejemplar:
«Solo te cansará aquello con lo que no disfrutes. Y haz solo las cosas con las que disfrutes, no vendas tu vida. No hay derecho en no llevar una vida apasionante, pues todos vamos a morir y solo cuando conoces la fecha de tu muerte eres capaz de vivir cómo realmente te hubiera gustado ser. Seamos locos, solo así seremos felices.»
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