Hace un tiempo tuve la oportunidad de sembrar en un terreno especialmente árido y tenía mis dudas de poder cultivar algunas hortalizas. Un amigo me habló de la capacidad de las plantas por mejorar su especie de generación en generación, y de la importancia de recoger tus propias semillas y no comprar más cada temporada. Razonando, dudaba de esta afirmación: si una planta necesita X cantidad de agua, ¿cómo va a ser capaz de vivir con menos cada generación? ¿Cómo podrían desarrollarse sus descendientes sin dificultades si estaba escrito en la genética de la propia planta? ¿Los cambios genéticos no necesitaban centenares de años para estabilizarse? Incluso mi amigo afirmaba que hiciera el plantel con el mínimo riego posible si iba a plantarlas en un terreno árido.
Desde entonces, la mayoría de mis semillas son capaces de crecer en terrenos en las que otras morirían rápidamente: las he preparado para necesitar poca agua. Y cada año crecen espectacularmente bellas…
Conociendo la epigenética
Afortunadamente, he empezado a entender este proceso de mejora de las especies. El mes pasado estuve en un curso de Casas Saludables con Mariano Bueno y comentamos la epigenética, una total desconocida para mi. La epigenética es la ciencia que estudia la capacidad de nuestro entorno para cambiar nuestros genes. Esto no hace mucho que se conoce (1953) y desde entonces los resultados son cada día más sorprendentes. Hasta ahora habíamos creído que si teníamos una enfermedad hereditaria, era casi seguro que la padeciéramos. Pues bien, la epigenética ya es capaz de rechazar esta hipótesis y afirma que evitaremos la enfermedad si nuestra alimentación y estilo de vida son saludables.
Sobre el té verde, el cáncer y los biberones de plástico
La epigenética también ha estudiado el reducido porcentaje de cáncer en Japón y ha concluído que es debido a las propiedades del té verde, capaz de reactivar un gen que con la edad se desactiva. El té verde elimina los grupos metil de los genes desactivados y los vuelve a activar de nuevo para que empiecen a producir las sustancias propias del cuerpo que luchan contra el cáncer.
Otro aspecto a tener muy en cuenta es la alimentación en los primeros meses de vida de los bebés. No solo es importante el alimento, sino el material donde se sirve: los biberones hechos de policarbonato contienen Bisfenol A (un plástico que se usa para productos de larga duración) que se desprende en pequeñas cantidades cada vez que se hierve. El Bisfenol A llega a la leche de los niños y, aunque no es tóxico ni cancerígeno, tiene un efecto similar al de las hormonas. Debido a su estructura molecular, el Bisfenol A se adhiere a nuestros receptores de estrógenos y se vuelven activos algunos genes que deberían permanecer inactivos hasta más tarde. Como explican en el documental que adjunto, este Bisfenol A parece ser uno de los responsables de la pubertad prematura, sobretodo en las niñas. En algunos países como Canadá el Bisfenol A ya está prohibido para niños y embarazadas. ¿Solución a este problema? Simplemente cambia el biberón de plástico por uno de cristal.
El documental de TVE2
Me hubiera gustado enlazar el documental que realizó TVE2 en su programa La noche temática, pero parece que no está disponible. Recomiendo ver el fantástico documental en youTube.
Conclusiones
Este documental me ha hecho reflexionar todavía más sobre la cantidad de cosas que podemos hacer para vivir más y mejor. A veces nos encasillamos en nuestra «suerte», nuestro papel o nuestra genética como factores inamovibles. Pues parece que hay mucho más que podemos hacer, así que tenemos más oportunidades de disfrutar de esta vida.
Por cierto, hace más de un año escribí sobre la gran labor de Nicolás Olea y el estudio de los tóxicos en nuestro organismo, y creo que es un buen momento para releerlo. Espero que os sea útil, creo que hay pequeños hábitos que podemos cambiar rápidamente y aprovecharlos toda la vida.
Salud y gracias por leer hasta el final 😉
3 Comentarios
Sigo el tema con interés desde hace un tiempo. Te recomiendo el libro «La biología de la creencia» del Dr. Lipton 🙂
Es curioso como la gente es resistente a reconocer los avances en epigenética, ya que una de las cosas que nos está diciendo es que somos responsables de prácticamente todo lo que nos pasa. Y eso, a muchos, les duele. Prefieren vivir engañados en la justificación genética.
Muy buen artículo!
Abrazos
Rober
Gracias Rober, como bien dices, es más fácil echar balones fuera que asumir responsabilidades.
Por cierto, no es casualidad que me hayan recomendado el mismo libro desde Facebook. Tengo que buscarlo!
como puedo alterar mis genes