Hace unos días que estoy viviendo la vida con miedo y temores. Desde hace unos meses que he recibido malas noticias de algunos bebés que no han nacido y algunas personas queridas que han enfermado. Todo ello, unido a mi convicción de que las enfermedades tienen un gran componente mental y espiritual, me han evocado a una época muy triste de mi vida.
A los 17 años me enamoré por primera vez. Fue una sensación tan bonita y desconocida por mí que no me permitió conectar con algunas cosas negativas que me rodeaban. Mi tía Caty, a la que consideraba casi como una madre, tuvo un proceso de cáncer muy difícil y murió después de hacer un gran crecimiento para aceptar la muerte y también la enfermedad. Yo no fui capaz de estar a su lado, y por ello tuve remordimientos durante muchos años. Recuerdo llorar en mi habitación cada vez que me sucedía algo importante, necesitaba compartirlo con ella y hablaba en voz alta esperando que estuviera escuchándome.
Lamentablemente, el marido de Caty también enfermó a los pocos años de cáncer de huesos. Nunca dejó de estar enamorado de ella, pienso que murió por pena de amor… Recuerdo que estaba yo en casa a 40 de fiebre con otro de mis tíos y llamó mi madre desde el pueblo. Venían en ambulancia esa misma noche a Barcelona. Como por arte de magia, mi fiebre desapareció y a la mañana siguiente pude ir al hospital. A él sí pude acompañarle, aprendí estando cerca y aunque fue duro estar a su lado, estoy muy agradecido por haberme atrevido a estar.
Pero esa mala época no terminó aquí. En un mismo año perdí a tres de mis abuelos y a nuestro perro. Mis abuelos extremeños, Nicolás y Rafaela, tuvieron muertes distintas. Primero murió Nicolás, después de una época de demencia y mucho dolor por los que estábamos cerca. Después se fue Rafaela, de una manera como había vivido la vida: despacito y tranquilita. Y en el medio de los dos perdí a mi otra abuela, la que tuve más cerca porque vivía en Barcelona y la que me convirtió en «príncipe» y porque negarlo, un nieto feliz, querido y mimado.
Y aunque muchos no lo comprenderán, perder también mi perro en la noche de Reyes ese mismo año fue muy doloroso. Creo que él tenía 12 años, yo 21. Había pasado más de la mitad de mi vida a su lado, y fue precioso abrazarlo mientras se fueron fundiendo las pocas energías que le quedaban…
El tabú de la muerte
Creo que esta entrada resulta estraña en mi blog. En realidad, creo que resulta estraña en cualquier página web personal. La muerte sigue siendo un gran tabú, almenos para mí, y contrariamente es algo que todos compartimos, la vida no existe sin muerte. La espiritualidad está mal vista. Pero hoy necesitaba poder escribir parte de mi pasado, canalizar estas emociones y hablar de algunos de mis miedos.
Con el tiempo he podido verbalizar toda la angustia que pasé. Cuando a diario pienso en todos ellos me siento feliz, en paz y suelo trazar una sonrisa espiritual. Agradezco todo lo que me enseñaron, los recuerdo y los quiero como siempre, nunca han dejado de estar en mi corazón. Les mando pensamientos, comparto situaciones y deseos e incluso sueño con ellos. Foman parte de mí.
Ahora que he escrito esto, me siento un poco más liberado. Llevaba unos días con cierta angustia y escribir me ha resultado terapéutico. Yo le tengo miedo a la muerte, sobretodo más desde que tengo hijos.
Nuestra actitud en la vida
A veces nos hundimos en los problemas del dia a dia, somos incapaces de sopesar la gravedad del asunto y relativizar nuestro estado de ánimo. Pero es precisamente nuestro estado de ánimo el que puede guiarnos hacia un nuevo camino más esperanzador.
Una actitud positiva, valiente, de placer, de consciencia, de salud y amor es lo que permite superar cualquier obstáculo. No hay barreras, a veces no hay suficiente valentía para saltar. Los deseos se quedan en sueños cuando no pasamos a la acción. Por ello, hace poco escribí mis deseos de vivir de otra manera, y por ello necesito ayuda de muchísimas personas que quizá ni me lleguen a conocer nunca.
La vida es única, especial, irrepetible. Es lo más hermoso que hay, no tenemos que afrontarla, sinó nadar en ella. Hoy quiero animaros a terminar el día haciendo todo aquello que más deseas, a apuntar tus sueños y a empezar a trabajar en ellos.
¡Gracias, vida!
4 Comentarios
Gràcies Sergi per tot el que has compartit.
Una abraçada!
Creo que la esencia es vivir cada día como si fuera el último. No porque te vayas a morir mañana (quién sabe) sino para aprovechar el tiempo en lo que realmente (a ti) te importa.
Es fácil de decir, pero más complicado de hacer.
Un escrit molt sincer i honest. Gràcies per compartir aspectes tan íntims de la teva vida. Una forta abraçada i força força en el teu camí!
Sergi, navegant per la xarxa vaig aterrar al teu blog, vull comentar-te que estic al 99% d’acord amb tú, l’altre 1% es que més que por a la mort (almenys jo penso) és respecte el que tenim que tenir, ja que la por pot fer que no disfrutem al 100% la vida. Salutacions i ànims.